"El demonio en la proa" viene a ser otra cosa. Tal vez un humorístico ajuste de
cuentas con el pasado. O quizás una versión carnavalesca de la historia. O seguramente algo mucho mejor: una gozosa mixtura literaria hecha de sensualidad e imaginación, de memoria y carcajadas.
Alejandro José López Cáceres
El Centro Cultural y Biblioteca Nuevo Latir, vuelve a convertirse en el puerto preferido de los piratas de la narrativa. Primero nos visitó el catalán Pep Durán, en el XV Festival Internacional de arte de Cali, y ahora con motivo de la celebración de los 20 años del periódico cultural La Palabra, arriba este martes 22 al quinto piso de nuestro faro cultural en pleno palenque de Aguablanca, el escritor Edgar Collazos, actual editor de este medio universitario, para participar en un conversatorio sobre Periodismo Narrativo junto a nuevas voces de la Escuela de Estudios literarios de la Universidad del Valle, como Gustavo Bueno y Jenny Alzate, a partir las 10:00 a.m, en una actividad Este escritor y parcero de William Ospina es tan caleño, como los angelitos empantanados de Andrés Caicedo a quienes conoció en pleno delirio setentero de calicalabozo, disfruta con humildad este momento warholiano de saber moverse como surfista en la cresta de la ola del reconocimiento literario, a partir de la publicación de su novela ' El Demonio en la proa', que ha recibido los mejores comentarios de la crítica literaria, como la del nadaista Jotamario Arbeláez quien comenta que en su novela : "Collazos apela al carnaval esperpéntico, a la épica mojiganga, a la danza ritual contra el barro con el talón “.
De él también se ha dicho "Aunque no exista una categoría de escritor llamado cimarrón, Edgard Collazos es de esa estirpe. Se enmontó lejos de los grandes centros, en San Andrés y Providencia, y allí escribió durante varias bitácoras su hermosa novela 'El demonio en la proa', libro bello como sugestivo su título, en él Edgar Collazos despliega por partida doble sus conocimientos marinos y su saber histórico para entregarnos una saga original e inquietante.
Por su parte Alejandro José López subraya el hecho de que “ Collazos regresa al pasado caleño confrontando decididamente sus dramas de exclusión y desencuentro -los mismos que han impedido o escamoteado la consolidación de la memoria colectiva-; me interesa, en suma, destacar aquel designio que el autor hace explícito desde el relato mismo, cuando recoge un estremecimiento que asalta a la población:
“ Sintieron que tenían una enorme historia sin memoria; que el minutero del tiempo había dado marcha atrás por siglos, y la ciudad regresaba a un tiempo sacado de la fosa de los recuerdos (...) aceptaron que sabían poco sobre ellos mismos; que tantos siglos de disputas los habían llevado a negarse como pueblo y que no tenían ni siquiera un libro que hablara de ellos “ (15)
Se advierte, entonces, recalca el escritor Tulueño que “ uno de los propósitos recónditos pero definitivos de esta narración tiene que ver con el reconocimiento de estos conflictos -raciales, económicos, culturales-, que son extensivamente caleños y latinoamericanos. Y es por eso que, desde la ficción, Collazos recurre al carnaval para emprender una refundación de la ciudad. De manera que la suya no es una ingenua visita a la historia. A este respecto, nos dice Marino Canizales: "(...) la ficción se toma el derecho de contar otra fundación de Cali a partir de la concurrencia disolvente y corrosiva de imaginarios populares, negros, mulatos y mestizos, donde el deseo y el erotismo juegan un gran papel de acercamiento y ruptura con los imaginarios dominantes".
Harold Pardey Becerra/ Agente Cultural Nuevo Latir
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